Tlaxcala, Tlax. El molcajete ha formado parte de la gastronomía mexicana desde la época prehispánica. Pero la apropiación cultural ha hecho que se venda en cadenas comerciales a precios exorbitantes.
Algunos historiadores afirman que surgió hace 8 000 o 9 000 años en Mesoamérica. Ya que fueron encontrados vestigios arqueológicos del 7000 y 5000 a. C., de semillas de chile domesticado junto con los instrumentos con los que se molían, tanto el molcajete como el metate.
La piedra con la que se muele en el molcajete también tiene distintos nombres, como «mano», «tejolote», «temolote», «temachín». Ve tú a saber cuál es el verdadero nombre. De igual forma, también existen discrepancias en cuanto al origen de la palabra molcajete.
El origen de la palabra proviene del náhuatl molli (salsa) y caxitl (cajete), es decir, mollicaxtli, de acuerdo con algunos lingüistas.
Sin embargo, en el Diccionario breve de mexicanismos de Guido Gómez de Silva, para la Academia Mexicana de la Lengua proviene del náhuatl «molcaxitl».
De cualquier forma, en ambos casos significa, recipiente para salsa.
En la primera entrada del Mercado 12 de Mayo en Apizaco, Guadalupe Ruano Valentín quien lleva viviendo 40 años en el estado, se dedica a vender productos artesanales como las canastas y los molcajetes, entre otros.
Los precios van desde $60, $70, $185, $250, $350, hasta los $1 000. Cada precio de acuerdo al tamaño del artefacto y al material del que esté hecho, piedra de cantera o piedra volcánica.
¿Cómo diferenciar un molcajete de otro? Aquellos que están hechos de piedra volcánica tienen una especie de hoyitos u orificios en su composición. Mientras que los de piedra de cantera son más claros y lisos (pero no tanto).
Ambos son pesados por el material del que están hechos. Y para comprobar el material, realizamos una prueba de calidad de las «manos» y en efecto, al ser lanzados al piso no sufrieron ningún daño y quedaron intactos.
Guadalupe Ruano considera que los molcajetes de piedra volcánica (o bien de piedra de cantera) le dan mayor sabor a la comida, sobre todo a las salsas. Sus productos son desde Tepeaca, Puebla, por lo que el traslado y acomodo en ocasiones suele ser agotador.
Pese a que en la actualidad se consumen productos como las licuadoras, trituradoras de alimentos o molinos eléctricos, la realidad es que el molcajete sigue siendo el mortero preferido para la comida mexicana. ¿A qué sí?
Ahora compararemos los costos de los molcajetes en tiendas como Liverpool y Walmart, muchos de los cuales son hechos de cemento o de materiales distintos a los originales y ya conocidos.
En la primera imagen pueden apreciarse 4 diseños diferentes de molcajetes que poco (o nada) tienen que ver con el diseño original y rústico que hasta hoy se mantiene. También puede notarse que el material del que están hechos es más «fino», ¿pero será de la misma calidad?
No obstante, los costos no son menores a $1 000, por un tamaño promedio en comparación al número 3 que se vende en el mercado.
Supongamos que el molcajete de tamaño promedio en el mercado es el que cuesta $350 (dependiendo de su material), en comparación los de Liverpool son 3.1 veces su costo.
Ahora bien, con esos $1000 con los que se compran molcajetes en Walmart y Liverpool, podrían costearse 5.4 molcajetes de $185 del mercado (un poco más pequeños que el promedio).
No obstante, el problema no es tanto el costo, sino las alternativas que empresas como las ya mencionadas implementan para «rediseñar» un instrumento que ya tiene identidad propia. Se trata de restarle al trabajo de quienes fabrican y venden estos productos de manera artesanal.
Se trata de cómo el consumismo y el capitalismo han orillado a que se consuma «una marca» antes que lo artesanal.
Y si bien, aún no existen estudios sólidos sobre si los molcajetes de cemento son tóxicos, que son algunos que ofertan Walmart y Liverpool, lo cierto es que no se comparan el sabor de las salsas hechas en molcajetes de piedra volcánica o de cantera.
El molcajete, como muchos otros productos sigue en el imaginario colectivo del mexicano y quizá sea así durante otros 8 000 años más.
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