La pérgola, un símbolo vivo del viejo bulevar Gálvez - El Litoral

2022-10-14 19:54:42 By : Ms. Anny Ren

Entre fines del siglo XIX y principios del XX se diagramó, construyó y mejoró el tradicional paseo. Un recorrido histórico por un lugar icónico de la ciudad capital.

El cantero central del bulevar Gálvez es uno de los paseos más tradicionales de los santafesinos. Le compite “palmo a palmo” con la costanera o el Parque Garay. Ese sendero esconde un sinfín de historias y es uno de los primeros en la ciudad de Santa Fe. En la actualidad, la pérgola frente a la Estación Belgrano es uno de los pocos elementos que quedan en pie de aquel primer garbeo.

La idea del bulevar surgió en 1887, cuando el ing. Emilio Schnoor (que trabajaba para la empresa constructora del FFCC Santa Fe) presentó un proyecto para urbanizar la fracción de tierras al noreste de la ciudad.

De acuerdo se explica en “Atlas histórico de la ciudad de Santa Fe (1887 – 1945)”, la propuesta consistía “en el trazado de un bulevar de orientación este-oeste, y el fraccionamiento de los terrenos ubicados al norte y sur de dicho bulevar; se proponía entonces transformar en tierra urbana lo que hasta entonces eran chacras medianamente cercanas al centro de Santa Fe”.

En aquellos tiempos, las tierras pertenecían a Marcial Candioti y a Celestino Rosas. Pero antes hubo otros dueños. Hasta 1835, el lugar conocido como “La Chacarita” era propiedad de los Padres Jesuitas. Ese año, fue adquirido como Antonio Cabal y en 1851 pasó a manos del general Pascual Echagüe. Finalmente, en 1867 las tierras fueron compradas por Candioti.

El 12 de junio de 1889, bajo la intendencia de Juan Arzeno y con Urbano de Iriondo como presidente del Concejo se aprobó la traza del paseo explica Gustavo Víttori en su libro “Santa Fe en Clave”.

El bulevar llevó entonces el nombre de José Gálvez, quien gobernó la provincia entre 1886 y 1890. “Tendría 40 varas de ancho (34,64 metros) en tanto que, a sus costados, las manzanas tendrían 100 varas (86,60 metros) por lado y estarían separadas por calles de 20 varas de ancho (17,32 metros)”, explica en su libro Víttori.

Con el correr de los años, aparecieron los árboles, el pavimento y el alumbrado público. Bajo la intendencia de Edmundo Rosas (1908-1912) se plantaron las primeras especies que tuvo el paseo, según recuerda un artículo de El Litoral del año 2011. “Aunque se colocaron especies de origen nacional y de países limítrofes, muchos ejemplares se trajeron del resto de América, de Europa, Asia y Australia”, destaca la citada publicación. En 1900 “se hizo la luz” sobre el trayecto y cinco años más tarde surgió la necesidad de pavimentar la traza. “Se había adquirido piedra calcárea del Paraná, cordones de buena clase y dos máquinas, una trituradora con su electromotor y una apisanadora a vapor”, detalla Víttori en su libro.

El Parque Oroño, la conexión con la vieja costanera (anteriormente llamada Avenida República), El Paseo del Lago (posteriormente transformado en Plaza Pueyrredón) son algunos de los espacios públicos que comenzaban a erigirse como importantes a principios del Siglo XX.

También llegaron las construcciones. Estilo francés de por medio se levantaron casonas de importantes dimensiones para la época. Por un lado, el hogar del director de la Compañía Francesa del Ferrocarril, donde actualmente funciona la Alianza Francesa y, por otro, la vivienda del gobernador santafesino Luciano Leiva, en lo que hoy es la intersección con calle Lavalle.

En el entorno del flamante bulevar se construyeron otros edificios icónicos para la historia arquitectónica de la capital provincial. La Casa de los Gobernadores (también conocida como la Casa de la Cultura, en la intersección con calle Güemes), la Estación de FF.CC (entre calles Dorrego y Avellaneda). Sobre el extremo oeste, estaba desde fines del Siglo XIX, el Molino Franchino.

Con más de 100 años en el lomo, la pérgola ubicada frente a la Estación Belgrano sigue en pie. Deteriorada en algunos sectores, la construcción ornamental también se transformó en un hito del añejo paseo.

El Litoral recorrió el lugar y pudo apreciar la vetusta estructura ornamental que luce en un sector una alamanda, entre otra vegetación. También hay sectores donde se denota el paso del tiempo, como rajaduras en los tirantes o dos bancos de plaza.

En las fotos antiguas que en este artículo se incluyen, se puede observar otra vegetación como palmeras y postes de luz de otros tiempos.

Cabe aclarar que en el verano de este año, personal municipal realizó trabajos de apuntalamiento en el lugar; tareas que también incluyeron la quita de viejos árboles que corrían serio riesgo de caída.

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